Ganando las mentes y los corazones para el ejército y la industria militar

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Laura Pollecut

La conscripción apuntaló el gobierno del apartheid. Sin su continua aportación de juventud blanca, el régimen del apartheid no hubiera podido permanecer en el poder tanto tiempo como estuvo. El movimiento contra la conscripción ganó firmeza en los 80 y fue uno de los factores que contribuyeron a que la decisión del gobierno de entonces de entrar en negociaciones. Finalmente, tras las primeras elecciones democráticas en 1994, la conscripción pasó a ser una cosa del pasado cuando Sudáfrica introdujo un ejército voluntario profesional.

De vez en cuando desde entonces, varios ministros de defensa han sugerido que debería haber un servicio militar, pero el argumento más poderoso ha venido desde la actual ministra de defensa y veteranos militares, Lindiwe Sisulu. En mayo de 2010, anunció su intención de alistar a jóvenes en paro en un “programa de servicio nacional”. La ministra señaló que esto no significaba la reintroducción de la conscripción militar —aunque no sería obligatorio, sería sin embargo inevitable.

Al saber que estaba tocando un punto sensible, Sisulu explicó su propuesta diciendo: “Somos muy conscientes de que el servicio nacional es un tema muy emocional, por eso estamos remarcando que no se trata de la conscripción.”

Debido a la percepción de que la alta tasa de delitos y las protestas por la falta de servicios tienen su origen en la “indisciplina” de la juventud, la ministra utilizó palabras con mucho peso, como si el servicio en el ejército fuera la solución de los problemas. “Nos gustaría tener un periodo de tiempo en el que tomemos a vuestros hijos y les demos un poco de disciplina”, afirmó. En un suplemento de papel couché, vendiendo el SANDF (ejército sudafricano) en la prensa diaria y titulado “En vuestra defensa”, la ministra continúa afirmando con este tema, “… los sacaremos de un estado de pasotismo y gamberreo dándoles una oportunidad de hacerse miembros productivos de nuestra sociedad”, y más cosas en esta dirección. También habla de construir los “líderes de mañana”, como si el entrenamiento militar fuera el único que puede hacer esto.

Como ha señalado Keith Gottschalk, esto no es una buena idea, dado que informaciones recientes has mostrado que “el SANDF está falto de presupuesto y competencias directivas para mantener y reparar el escuálido alojamiento para su actual personal; tiene soldados que abandonan la base con nada que hacer una hora después de presentar para recibir órdenes; y tiene que dejar nuevos aviones sin usar en almacenamiento.”

En el momento en que Sisulu hizo el anuncio, dijo que era de esperar que se aprobaran los necesarios cambios legislativos en el plazo de un año, pero que llevaría tiempo preparar las infraestructuras requeridas, así que se tardaría unos dos años en realidad. También prometió que llevaría a cabo consultas sobre el tema, pero es dudoso que en ellas incluya a activistas por la desmilitarización o antirreclutamiento.

Pero a pesar de que no existe legislación en este momento en todo el cuerpo legislativo, el ejército se está aprovechando del hecho de que millones de jóvenes que salen de la escuela no tienen trabajo y les faltan oportunidades para continuar sus estudios. En enero, la ministra dio la bienvenida a 4000 jóvenes —la primera incorporación del año— al Sistema de Desarrollo de Capacidades del SANDF (MSDS). El programa MSDS es un sistema de servicio voluntario de dos años con el objetivo a largo plazo de “potenciar la capacidad de despliegue del SANDF. Se requiere que los reclutas se alisten por un periodo de dos años, durante el cual recibirán entrenamiento militar y entrenamiento funcional posterior en su primer año de servicio. Durante el segundo año de servicio, dependiendo de la duración de su orientación funcional, serán desplegados donde sea necesario y se les dará la oportunidad de aplicar sus conocimientos y desarrollar sus capacidades. Estos “voluntarios” no sólo serán empleados totalmente durante dos años, sino que además recibirán unos bonos en metálico de 18,000 R (1.600 libras esterlinas) al acabar. ¡Hasta donde sabemos, ningún otro departamento del gobierno ofrece esta clase de trato!

Entonces está también el fabricante de armas Denel. Todavía sobrecargado en la cúpula con tecnócratas blancos, la empresa se lamenta de la falta de técnicos capacitados y dice —con cierta ironía, podríamos añadir— que aplica el principio “de la cuna a la tumba”, en un esfuerzo de aferrarse a su formada plantilla.

Según su informe anual de 2010, la empresa proporciona actualmente 83 becas a estudiantes, varios de los cuales seguirán con la empresa después de completar sus obligaciones laborales extraordinarias. Como se ha señalado, grandes cantidades de jóvenes que acaban la enseñanza media no tiene dinero para pagarse la educación superior, y por tanto no es sorprendente que los alumnos que destacan sean atraídos hacia la industria militar. La publicidad de Denel para estas becas provocó una respuesta de 2600 solicitudes.

Pero Denel va más allá en su búsqueda de talento para la industria. Visita universidades y trabaja estrechamente con profesor concretos en su esfuerzo por mejorar su clasificación como empleador preferido. A través del programa Armscor (el brazo de adquisición de defensa) Ledger Fund, financiado por el Departamento de Defensa, Denel tiene una estrecha relación con todas las universidades. Denel patrocina a través de este fondo a los estudiantes en los estudios de postgrado.

Denel también está en los institutos. La Fundación Denel Juventud está implicada aparentemente en la mejora de la educación de los estudiantes de comunidades pobres que no aprobaron matemáticas, ciencia, biología y contabilidad en el examen de acceso a la universidad. Admirable, estamos seguros, siempre que no estén barriéndolos hacia una carrera en la industria armamentística. Y como el SANDF, también afirman que están inculcando a estos alumnos “capacidades relevantes de vida y liderazgo”, para prepararlos para el “empleo”. Después está el programa de proyectos en institutos. Aunque no dirigido a las comunidades pobres y quienes no aprobaron el examen de acceso, tiene objetivos parecidos.

El SANDF y Denel tienen enormes recursos publicitarios a su disposición. Los anuncios en papel couché y las campañas de relaciones públicas les hacen parecer muy atractivos. A los que argumentamos que hay otras maneras de servir a tu país y adquirir capacidades más que ir al ejército o buscar trabajo en los fabricantes de armas, nos resulta difícil informarles de las alternativas y promover una sociedad comprometida con la noviolencia y una postura contra la guerra.

Laura Pollecut trabaja con la campaña Ceasefire (Alto el Fuego) en Sudáfrica, que recientemente se ha afiliado a la IRG: http://www.ceasefire.org.za/

Origen: http://www.wri-irg.org/es/node/12688

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