Graduados de la Academia Israelí de Artes y Ciencias llaman a rechazar el servicio militar obligatorio y el de reserva del Ejército israelí

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Nosotros, graduados de la Academia Israelí de Artes y Ciencias, ex miembros del personal, palestinos y judíos, de diferentes edades y con distintas visiones del mundo, nos dirigimos a ustedes, graduados y futuros graduados: atrévanse a rechazar.

Como seres humanos y ciudadanos, cada uno es responsable de sus elecciones y acciones. Aceptar el servicio militar o rechazarlo es una elección. Rehusarse a prestar servicio en el Ejército israelí no es una elección fácil, sino una actitud moral en contra de un estado de ánimo colectivo que, hoy por hoy, se manifiesta con racismo y violencia en todas partes. Es una elección para no formar parte de los crímenes cometidos en nuestro nombre y para soportar la presión que viene de nuestro hogar, de nuestros amigos, de nuestro entorno profesional y de los medios de comunicación. El rechazo a servir también significa resistir el proceso de adoctrinamiento militarista por el que todos pasamos, desde nuestra infancia, en las escuelas, en los movimientos juveniles, en las ceremonias nacionales, en la secundaria y que continúa durante nuestras vidas adultas.

El Ejército israelí es responsable de los mundanos y sistemáticos mecanismos de opresión usados contra los palestinos en los territorios ocupados, así como también de participar en la opresión y en el desposeimiento de los ciudadanos no judíos de Estado de Israel. El Ejército funciona como activador de un régimen de separación que se basa en la idea de una superioridad étnica de los judíos por sobre los palestinos; un régimen que niega los derechos humanos básicos, que impone sistemas judiciales separados a las diferentes poblaciones de la Ribera Occidental y que ha institucionalizado un sistema de discriminación étnica en el territorio creado en 1948.

Las preguntas fundamentales en torno al servicio militar son, con frecuencia, silenciadas al equiparar el rechazo a servir con una oposición a la existencia misma del Estado, lo que se considera, por consiguiente, un acto de irresponsabilidad que pone en peligro nuestra propia existencia física. Y les decimos a ustedes: es un silenciamiento demagógico de sus ideas de justicia y de buen juicio. Es nuestro deber cívico y humano el involucrarnos en nuestra sociedad y componerla. El rechazo significa votar con los pies en contra de una política que no puede tolerarse. Bajo un régimen que niega cualquier posibilidad de normalidad diplomática y social, que puede ignorar y aplastar amplias protestas sociales, el rechazo, hoy, es un acto valiente y necesario de resistencia civil a crímenes inaceptables. Hoy, después de la masacre más reciente en Gaza, un horror cometido en nuestro nombre contra casi dos millones de personas —la mitad de las cuales son niños y adolescentes—, elegimos no quedarnos en silencio.

Los mecanismos de opresión también son usados contra los judíos dentro de Israel, en particular, contra ultraortodoxos, mizrajíes, etíopes, mujeres, residentes de la periferia y pobres, donde sea que ellos estén. El Ejército no es el único poder ejecutivo en la realidad política, social y económica actual, pero un rechazo a servir en él es una clara expresión de resistencia contra estas opresiones. Respaldados por el Ejército, los gobiernos israelíes se aprovechan de las poblaciones débiles para llevar a cabo una limpieza étnica y proyectos de desposeimiento a lo largo de la Línea Verde, en el Néguev y la Galilea, y las usan para pelear la denominada “guerra demográfica”. El constante estado de emergencia alimenta la destructiva política neoliberal del régimen, lo que significa el rechazo por parte del Estado de la responsabilidad que este tiene para con sus propios ciudadanos, a la vez que socava los servicios básicos, tales como salud, asistencia social y educación.

Rehusarse a servir es un privilegio que requiere un difícil enfrentamiento con la sociedad, con la comunidad y con la familia e incluso, a veces, pasar un tiempo en una prisión militar. Cuando éramos adolescentes, algunos de nosotros no teníamos el conocimiento, el coraje o las redes de apoyo adecuadas para permitirnos semejante acto y queremos que sepan que existen voces como las nuestras, así como también diferentes marcos que respaldan a aquellos que se rehúsan o que consideran rehusarse.

Ustedes, los actuales estudiantes de la academia, han dirigido una lucha inspiradora el año pasado, orientada a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores contratados allí. Este es un ejemplo de muchas formas eficaces de resistencia a las políticas opresivas. Del mismo modo, nosotros creemos que el rechazo de las personas a servir al sistema puede provocar un cambio clave en la sociedad y promover una estructura social que no se base en el control de los judíos sobre los no judíos en Israel.

Desde sus comienzos hasta el día de hoy, la administración de la academia presume de su alta calidad de educación para el liderazgo y de su excelencia. Por consiguiente, es imprescindible que ustedes asuman la responsabilidad y que rechacen la política de Israel. Utilicen de manera positiva los instrumentos esenciales y la experiencia excepcional de vivir en una academia que reúne gente de grupos étnicos y orígenes variados para repercutir en la sociedad y en el Estado.

Atentamente,

Raya Rotem, ex profesora de literatura de la Academia Israelí de Artes y Ciencias (IASA, por sus siglas en inglés), viuda de guerra

Raz Chen-Morris, ex profesor de historia de la IASA y maestro de primaria

Nitzan Ofir, clase 1993

Almog Levin, clase 1993

Natalie Rothman, clase 1994

Ronnie Barkan, clase 1994

Anónimo, clase 1994**

Aluma Klein, clase 1995

Fadi Shbita, clase 1995

Dana Abta, clase 1996, ex profesora de arte de la IASA

Gilad Leibovich, clase 1996, ex consejero de clase de la IASA

Ayelet McKyton, clase 1996, asesora de tesis de estudiantes

Rafi Avigad, clase 1996

Anónimo, clase 1996

Ghada Bshara, clase 1996

Na’ama Landau, clase 1996

Assaf Mahalalel, clase 1996

Anónimo, clase 1996

Anónimo, clase 1996

Mamdooh Afdile, clase 1998

Maya Maxwell, clase 1998

Udi Greenberg, clase 1998

Anónimo, clase 1998

Manal Ammouri, clase 2000

Danielle Shwartz, clase 2000

Gabriel Wolff, clase 2000

Odelia Hitron, clase 2001

Erga Sonnenberg, clase 2001

Saab Mansour, clase 2001

Amit Gilutz, clase 2001

Avital Reshef, clase 2001

Hana Amori, clase 2001

Yael Ben-Gigi, clase 2001

Liron Mor, clase 2001

Nir Baruch, clase 2001

Anónimo, clase 2001

Anónimo, clase 2001

Anónimo, clase 2001

Ela Gringauz, clase 2002

Jethro Brice, clase 2002

Ariel Yehuda Yahav, clase 2002

Noa Abend, clase 2002

Anónimo, clase 2002

Maisalon Dallashi, clase 2004

Adel Naamneh, clase 2004

Mai Sulieman, clase 2004

Eva Falah, clase 2004

Roi Hendel, clase 2004

Timna Raz, clase 2004

Inbal Djamchid, clase 2005

Yoni Balaban, clase 2005

Anónimo, clase 2005

Anónimo, clase 2005

Anónimo, clase 2005

Abed Shalabi, clase 2009

Anónimo, clase 2009

Anónimo, clase 2010

Maayan Shtendel, clase 2011

Anónimo, clase 2012

* El llamamiento en hebreo utiliza el femenino y el masculino de manera indistinta.

** Dado que la sociedad en la que vivimos trata el acto de objeción de conciencia de una manera muy negativa, algunos de nosotros no podemos permitirnos exponer nuestros nombres en el trabajo, en la academia o en la familia y, como consecuencia, hemos elegido firmar anónimamente.

Para unirse o para cualquier consulta, por favor, contactarse a info@iasa-refuse.org o utilizar el  formulario de contacto.

Fuente: http://iasa-refuse.org/en/

Translation: Mabel Pedemonte

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