El papel de los veteranos y militares en activo

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Kelly Dougherty

Desde que existen los ejércitos y las guerras, siempre ha habido soldados en todo el mundo que se han opuesto a ellas, han desertado y se han negado a entrar en combate por motivos morales y políticos, y siempre han contado con civiles que les han prestado su apoyo. Desde la formación del Batallón de los San Patricios, compuesto por soldados que desertaron del ejército estadounidense para unirse a las fuerzas mexicanas durante la guerra Estados Unidos-México, hasta la marcha de veteranos conocida como "Bonus Army" en los años 1930, en la que miles de veteranos se concentraron en Washington DC para exigir una compensación por sus servicios en la I Guerra Mundial, o el gran movimiento de resistencia de los "GI"1 (reclutas) durante la guerra de Vietnam, Estados Unidos tiene un amplio y variado legado de militares que se niegan a ser utilizados por su gobierno para fines políticos y económicos. Los reclutas son la mano de obra que hace posible la ocupación militar y, como tales, desempeñan un papel crucial como líderes en la lucha por terminar con la guerra y el militarismo.

Los veteranos y los militares en activo aportan perspectivas, experiencias y conocimientos importantes para organizar el trabajo contra la guerra y el militarismo. Poseen una perspectiva interna de la mentalidad y la cultura militar, así como experiencias de primera mano sobre la realidad cotidiana de la guerra y la ocupación. En países que están enzarzados en guerras internacionales, como Estados Unidos, el personal del ejército y sus familias son la parte de la población más clara y directamente afectada por los conflictos bélicos. Al ser los más afectados y vivir en primera persona estos conflictos, muchos reclutas se sienten desilusionados con el ejército y la retórica política, y sus experiencias les llevan a radicalizarse. Estos hombres y mujeres son idóneos para desmontar los tópicos de la guerra, el mito de que la guerra es heroica y la extendida creencia de que el sentido del deber y el patriotismo deben prevalecer por encima de toda consideración personal, moral o política. A menudo, las personas que nunca han servido en el ejército son reacias a criticarlo por no parecer hostiles a los soldados. Cuando un veterano que ha participado en la guerra cuenta su historia y retrata la guerra como la farsa violenta, corrupta y deshumanizadora que es, inspira y alienta, tanto a civiles como a otros veteranos, a expresar opiniones parecidas al tiempo que les hace saber que no están solos. Los veteranos y los soldados en activo son también idóneos para incitar a los civiles a reflexionar sobre su propia responsabilidad y complicidad en las guerras que promueve su país. Los soldados pueden ser la bala, podríamos decir, pero la población del país es la mano que apunta el arma. Cuando los hombres y mujeres del ejército retiran su apoyo a la guerra y el militarismo, tienen el potencial de desestabilizar todo el sistema y alterar el equilibrio de poder.

Contar con una red de aliados no militares a la que apoyar, y con la que colaborar y aprender, es esencial para los veteranos y militares en activo que se están organizando en torno a cuestiones sobre el militarismo. Esto, sin embargo, no siempre es fácil. Los civiles a menudo no saben cómo tratar con los militares, y los veteranos muchas veces se encuentran con dificultades para relacionarse con personas ajenas a la realidad de la guerra y el servicio militar. Muchos veteranos simplemente quieren seguir con su propia vida y dejar atrás la experiencia militar. Un gran número de ellos sufren los efectos debilitadores del trauma militar, como el trastorno de estrés postraumático, lesiones cerebrales, traumas sexuales y otras lesiones físicas y mentales. Sobrevivir de un día para otro es para muchos una verdadera lucha y su salud no es lo bastante fuerte para tomar parte en ninguna otra actividad, sobre todo aquellas que les obligarían a afrontar las traumáticas experiencias de las que están intentando recuperarse y sanar.

La mayoría de los veteranos que desean entrar en el activismo antimilitarista no han sido nunca antes activistas y pueden llegar con mucho entusiasmo pero poca experiencia y poco conocimiento de la cultura del activismo por la justicia social. Esto puede hacer al veterano sentirse fuera de lugar, por desconocer las normas, el lenguaje y la historia de esta subcultura concreta. Además, a veces los veteranos tienen la sensación de que los activistas civiles los encasillan en un estereotipo, los marginan o los utilizan como señuelos. Por ejemplo, durante los primeros años de Veteranos de Irak Contra la Guerra, nuestros miembros a menudo recibían invitaciones para hablar sobre sus experiencias en Irak, pero nunca se les pedía que participaran en la planificación y organización de acciones. Muchos veteranos tenían la sensación de que los activistas del movimiento antibélico les utilizaban como medio para legitimarse ellos mismos, en lugar de tratarles como participantes iguales. Experiencias como estas no hacen sino reforzar la idea perpetuada en el ejército de que los civiles no son de fiar y que nunca entenderán ni les importarán los sacrificios y las experiencias de los soldados. Y viceversa, los civiles pueden desconfiar de los veteranos y soldados en activo y reprocharles su participación voluntaria en la guerra y la ocupación. Para alguien que está acostumbrado a organizarse en los círculos de activistas antiopresión y antimilitarismo, puede resultar muy chocante y ofensivo asistir a las actitudes a menudo sexistas, cargadas de prejuicios y faltas de respeto que los veteranos pueden manifestar mientras se esfuerzan por transformarse de soldados en activistas. Los activistas civiles pueden no saber muy bien cómo llamar la atención a un veterano sobre su comportamiento ofensivo, insano: un comportamiento que es del todo normal y corriente en la cultura militar, como aún muchas veces lo es en la sociedad en general.

Para afrontar y superar estos obstáculos al trabajo en común, civiles y veteranos tienen que acercarse al otro con la mente abierta y voluntad de escucharle. Esto contribuye a tejer lazos fuertes entre las personas que así pueden aprender mejor unas de otras y crear sólidas alianzas y campañas. Veteranos de Irak Contra la Guerra colabora estrechamente con grupos de veteranos y organizaciones no militares, como la Alianza de Soldados Civiles, Veteranos por la Paz, Familias Militares se Pronuncian, Afganos por la Paz, el movimiento de los Indignados y otros grupos que luchan por los derechos de los trabajadores y los derechos humanos. De la misma manera que el soldado veterano o en activo aporta una experiencia y una perspectiva crucial al activismo, el civil cuenta a menudo con una amplia experiencia y su propia relación con los asuntos de la guerra. Las personas que se han dedicado a la labor antimilitarista tienen experiencia en organizarse en torno a problemas de justicia social y desarrollar campañas, y pueden ofrecer una perspectiva y un análisis de los sistemas de opresión a una escala más global, así como su conocimiento histórico de los movimientos populares que se han enfrentado a sistemas injustos. Además, pueden tener sus propios vínculos personales con las devastadoras consecuencias de la guerra y compartir esta perspectiva con el veterano.

Estos hombres y mujeres pueden ayudar al guerrero a reintegrarse en la sociedad y estimular y facilitar acciones positivas y significativas que pueden ser altamente beneficiosas para la curación y la reconciliación del veterano. Al cerrar la brecha entre los civiles y los militares, se hace más fácil cerrar la brecha entre las cuestiones antimilitaristas y otros problemas de explotación e injusticia, desde la degradación ambiental hasta las desigualdades económicas. Por ejemplo, la ocupación estadounidense de Irak tiene todo que ver con el derretimiento de los casquetes polares, la austeridad económica en Grecia y las condiciones de trabajo en las maquiladoras de Bangladesh. Cuando empezamos a ver lo que tienen en común nuestras experiencias y preocupaciones con las de otros grupos, estamos mejor equipados para implicarnos en la clase de activismo transformador que puede llegar a desmantelar la opresión sistémica.

La labor de Veteranos de Irak Contra la Guerra (IVAW), en concreto, se centra en la retirada del apoyo militar a las guerras de Irak y Afganistán. IVAW fue fundado en 2004 por un grupo de veteranos de Irak que habían vuelto disgustados y desilusionados a raíz de sus experiencias y querían colaborar con otros para poner fin a la ocupación. Desde su fundación, IVAW ha reivindicado tres cosas: la retirada inmediata de todas las fuerzas de ocupación de Irak, plena cobertura social para los veteranos que vuelven de la guerra, y compensaciones para el pueblo iraquí. Desde 2009, IVAW exige también la retirada de Afganistán y compensaciones para el pueblo afgano. Nuestra organización ha vivido muchos cambios y un gran crecimiento durante los últimos ocho años y actualmente estamos elaborando una estrategia interna para estructurar y organizar nuestra labor de la mejor forma posible para seguir avanzando.

Una de las vías que los miembros de IVAW han utilizado para reducir el apoyo militar a la guerra es la del contrarreclutamiento, o trabajo de "veracidad en el reclutamiento". Los reclutadores militares, en el mejor de las casos, ofrecen a los potenciales reclutas una visión del todo parcial del servicio militar. En el peor de los casos, mienten y falsean la realidad con el fin de conseguir que se alisten más jóvenes, hombres y mujeres. Por ejemplo, a menudo les dicen a los reclutas que no serán movilizados, o que, si lo fueran, no se les mandaría a la "primera línea de combate". Un reclutador no puede prometer cuál será el destino de un recluta y, en las guerras actuales, ya no hay "primeras líneas", por lo que un cocinero puede perder la vida lo mismo que un soldado de infantería. Los reclutadores gozan de un fácil acceso a los estudiantes de secundaria y están presentes en los patios de muchas escuelas. Muchos jóvenes ven el servicio militar como la única forma de conseguir un empleo, ganar dinero para pagarse los estudios, irse de su ciudad o de un barrio peligroso. Numerosos miembros de IVAW se alistaron por estos motivos y han vivido en carne propia las mentiras y las medias verdades de los reclutadores militares. Nuestra experiencia nos muestra que la realidad del servicio militar es a menudo diametralmente opuesta al cuadro que pintan los reclutadores, la publicidad militar y la percepción de los civiles.

Para muchos veteranos es muy gratificante poder ofrecer a los jóvenes un punto de vista diferente, que no esté influido por la presión de cumplir con los objetivos impuestos de reclutamiento. Los miembros de IVAW han hablado ante estudiantes de todo el país, desde niños de primaria hasta jóvenes universitarios. Yo lo he hecho muchas veces. El simple acto de contar la historia de tu experiencia militar, tu experiencia en una zona de guerra y las dificultades que hay que afrontar al volver a casa, puede tener un efecto profundo sobre los jóvenes que nunca han oído a nadie que hable de su servicio militar con un discurso diferente a la retórica patriótica, a la visión en blanco y negro del ejército. Hablar con franqueza a los jóvenes sobre la realidad de la vida militar es una forma en que los veteranos pueden compartir puntos de vista y perspectivas que nunca nadie les había transmitido antes y puede significar la diferencia entre decidir alistarse o escoger otro camino en la vida.

IVAW usa el término "veracidad en el reclutamiento" para transmitir la idea de que los y las jóvenes tienen derecho a ser bien informados de los riesgos y lo que realmente significa la vida militar. Hemos ejercido presión en escuelas de secundaria para que nos dejen montar mesas antirreclutamiento para contrarrestar la fuerte presencia de reclutadores militares. Hemos colaborado con otras organizaciones, como el Comité de Servicio de Amigos Americanos, para producir videos y textos contra el reclutamiento. Hemos organizado acciones en centros de reclutamiento militar para protestar contra sus engañosas y deshonestas prácticas de información. Hay muchas formas de retirar el apoyo militar a las guerras, y contar la verdad sobre el reclutamiento es una de las que resultan más gratificantes para muchos miembros de IVAM.

Hace poco, dos alumnos y un profesor me invitaron a hablar en su escuela secundaria junto con un veterano de Afganistán. Los estudiantes estaban molestos porque todos los militares que habían ido a su escuela hasta la fecha habían sido inamoviblemente promilitares y habían montado una conmemoración del 11 de Septiembre que fue rotundamente nacionalista y no admitía ningún tipo de matiz ni mostraba deseo alguno de aprender de los propios errores. Los alumnos pensaban que con esto se les hacía un flaco servicio y que también deberían presentarles otros puntos de vista, divergentes, críticos. Pasamos todo el día hablando con los alumnos, durante una asamblea general y después en mayor profundidad, clase por clase. Pudimos debatir, cuestionar y ser cuestionados, de una forma que los estudiantes no habían podido experimentar con los otros oradores y eventos que se habían organizado, todos ellos de sesgo claramente militarista. También he hablado ante niños de primaria sobre la guerra de Irak. No fue una tarea fácil, porque es difícil encontrar la manera adecuada de hablarles a los niños sobre la violencia y las atrocidades de la guerra y el militarismo. Una vez, con un amigo veterano de Irak, intentamos realizar un juego de roles para darles una idea a los chicos de cómo sería verse envueltos en un asalto de tropas y un registro de casas. Queríamos mostrarles lo injusto que es lanzar una ataque en masa contra una población civil de una forma que no fuera demasiado fuerte ni cruenta para ellos. Como Estados Unidos es un país fuertemente militarizado, desde muy pequeños nos enseñan a prestar nuestro apoyo incondicional al ejército y al gobierno, y día tras día nos remachan con los mitos simplistas sobre la guerra. Al ofrecer a los jóvenes, de cualquier edad, una perspectiva y un relato alternativos, se nos abre una oportunidad de ejercer una influencia que fomente el pensamiento crítico y anime a más personas a cuestionar el militarismo presente en nuestra cultura.

Durante los dos últimos años, IVAW, en estrecha colaboración con la Alianza de Soldados Civiles, se ha centrado en la campaña Operación Recuperación, que incide en el derecho de los soldados y veteranos a recuperar la salud tras el trauma militar. Esta campaña se estructura según el modelo transformador de organizarse, que busca no sólo un beneficio concreto, sino transformar a las personas y la sociedad mediante la toma de conciencia, la comprensión de nuestra humanidad y los valores colectivos basados en los derechos humanos. Si nos centramos en una cuestión que cuente con el apoyo de mucha gente, por ejemplo que los soldados en activo que han sufrido lesiones físicas o mentales durante el servicio no sean destinados de nuevo a zonas de combate, ni se vean obligados a participar en actividades que puedan dañarles y traumatizarles aún más, tenemos la oportunidad de tratar cuestiones de mayor alcance sobre el militarismo. Reivindicar el derecho a curarse del trauma puede constituir en muchos casos un verdadero acto revolucionario por parte del soldado en activo. El ejército propugna la idea de que tus necesidades y problemas personales no cuentan. Lo que cuenta es seguir las órdenes y hacer lo que haga falta para cumplir la misión, la que sea que los comandantes o políticos hayan decidido imponer. Tú eres un "GI" [ver nota 1], una propiedad del gobierno que el ejército puede usar y hasta maltratar como le venga en gana. Si estás en tu quinto desplazamiento de combate y tienes que tragarte un puñado de fármacos psicotrópicos cada día para conseguir salir de la cama e ir de patrulla en Afganistán, se espera que lo hagas en aras del "cumplimiento de la misión" y por "el bien de la nación". Si un hombre de tu unidad te viola, se espera que te lo guardes bien callado y sigas trabajando como si nada hubiera pasado para no perjudicar la "cohesión de la unidad ". Si vas a la enfermería porque estás sufriendo de dolor físico o emocional, te tachan de "blandengue" y te acusan de fingirte enfermo para escabullirte de tus deberes.

A medida que el ejército deshumaniza a los soldados, se crea un entorno y una mentalidad que permiten que los soldados deshumanicen más fácilmente a las personas de los países que ocupan y bombardean. Reivindicar nuestro derecho a sanar es una forma de afirmar nuestra humanidad y rechazar la violencia de la cultura militar. Nos permite exponer que negarnos el derecho a sanar constituye una violación de derechos humanos, que es un síntoma de un sistema patriarcal, capitalista, militarista que valora la perpetuación de la riqueza y el poder por encima de todo lo demás y que es, por su propia naturaleza, destructivo, opresivo y está sostenido por la violencia sistémica. Trabajamos no sólo para conseguir cambios en las políticas militares, sino también para organizar un movimiento liderado por soldados y veteranos que ponga fin al militarismo gracias a transformarnos a nosotros mismos, a la cultura militar y a la sociedad norteamericana.

El militarismo y la violencia que IVAW trabaja para desmantelar no es un fenómeno o problema que afecte únicamente a Estados Unidos. El sistema hegemónico que utiliza la fuerza militar para conseguir más poder económico y político, explota, oprime y mata personas y ecosistemas en todo el mundo. En todas las comunidades del mundo hay personas que siguen oponiéndose a esta violencia y destrucción por los medios de que disponen. Para los que concentramos nuestra energía en las cuestiones de militarismo, es esencial contar con la participación de los soldados y veteranos que han sido parte integral de ese sistema y que están pasando de ser una pieza más del engranaje a convertirse, por así decirlo, en la palanca que lo atasca. Cuando te das cuenta de que has apuntado con un rifle a la cara de un niño o una anciana con el único fin de que una multinacional pueda obtener mayores beneficios, cuando ves que has odiado y deshumanizado a todo un grupo de gente y que esto te ha llevado a acabar odiándote a ti misma, que casi has renunciado a tus propios valores y tu moral por cumplir las órdenes y ser un buen soldado... entonces, al ver todo esto, tienes la oportunidad de hacer un buen uso de esas experiencias para desenmascarar los horrores de la guerra y trabajar con otros para conseguir cambios positivos.

Notas

1 “GI” significa “Government Issue”, propiedad del gobierno, y se volvió de uso corriente en EE UU durante la I Guerra Mundial para referirse al personal y equipamiento militar. El término subraya la condición de los soldados como propiedad del gobierno.

Origen: http://www.wri-irg.org/es/node/23373/

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